lunes, 2 de marzo de 2015

Ser olvidado y olvidar

A lo largo de la vida y de las relaciones que he presenciado como espectadora y de las que he vivido siendo protagonista, me he dado cuenta de que llega un momento en el que uno cree que quiere olvidar a la otra persona, quiere irse y que todos los recuerdos, los momentos que se recolectaron a lo largo de la relación se vayan de nuestra memoria, que no quede nada que nos haga sufrir, que esos lugares que frecuentamos; esas canciones que escuchamos, cantamos juntos, o nos dedicamos; esas palabras que usamos; no estén más ligadas a la imagen de esa persona, a su cara, a su cuerpo, a su representación. Buscamos ser libres, buscamos desatar ese hilo invisible que nos une a ese otro ser, esa red que con tanto esmero y por tanto tiempo tejimos y que, al parecer, nos pesa y nos sentimos hace sentir aprisionados, afixiados y sin ganas de movernos hacia adelante. Pero la realidad es otra porque al deshacernos de todos los recuerdos compartidos, de las risas, de los momentos de rabia, de odio, de amor, de felicidad, nos estamos deshaciendo de una parte de nosotros, de un pequeño pedazo que ahora nos define y nos complementa, de una nueva parte de nuestro ser y de nuestra realidad que, al irse, nos dejará incompletos. Es en esos momentos en los que nos parecemos a Joel ("eternal sunshine of the spotless mind") cuando, a mitad del proceso, se da cuenta de que no quiere que el recuerdo de Clementine se borre, e intenta esconder esos recuerdos en lugares recónditos, donde puedan permanecer por siempre. Es ahí, al llegar a ese punto, cuando nos damos cuenta que si hay algo que duele más que ser olvidado, es olvidar. De que no importa si la otra persona se olvida de nosotros, de lo vivido, porque duele, sí, es cierto, pero poder recordar la historia, por alguna razón, hace que la situación sea más llevadera.

lunes, 29 de septiembre de 2014

¿Límites?

¿Cómo saber cuándo parar? ¿Cuando y cómo sabe que ha sido suficiente? Esas son preguntas que me hago constantemente pero no tengo idea de cómo responderlas. Hay personas para las cuales el límite siempre es claro, saben que deben parar cuando la dignidad ya se ha ido completamente, cuando el dolor es tan fuerte que el cuerpo (aunque sea dolor emocional) te dice "no más, pará y no jodás más", pero para las personas como yo, aunque no tengamos dignidad y el cuerpo nos grite e implore que paremos, no es tan fácil tomar esa decisión, no tenemos ese límite, esperamos que alguien afuera lo ponga, la persona que sea, tu pareja, tus padres, tus amigos, tus profesores, sin embargo, cuando ese límite no está claro en ellos, es difícil para nosotros parar, porque el exterior no nos da señales de que nos estamos pasando y la cagamos muchas veces con nosotros y con los demás hasta que un día para y no sabes cómo ni por qué, pero en ese instante nos damos cuenta de que no queda nada, sólo las consecuencias y los dolores, que pueden no ser muy fuertes, pero que rogás que desaparezcan lo antes posible porque sentís que pueden acabar con tu vida.

miércoles, 9 de julio de 2014

Estás y no

Sé que ha pasado ya algún tiempo desde el momento de la despedida, pero es que fueron tantas y durante tanto tiempo que aún ea difícil aceptar que ya no estás, que ya me fui y que no seremos más. Todavía me gusta pensar en vos, ¿sabés? Y siento que falta mucho tiempo hasta que llegue el día en que no te piense, no te extrañe, no sienta la necesidad de llamarte. Hay noches, como esta, en las que estás aquí, en mí, y aparecés como un nudo en la garganta, como una lágrima corriendo por las mejillas, como un dolor físico cuyo origen no puede ser otro que la emoción, el sentimiento, el afecto. Sos una somatización, sos mi ganas de llorar incontrolablemente, sos mis ganas de tenerte a mi lado. Pero ya ves que he cambiado, que soy fuerte y que busco la forma de no acercarme a vos, esperando que, algún día, estas palabras que te escribo dejen de definir lo que siento y que no seas más que un recuerdo de un tiempo pasado que no fue mejor pero que fue importante y me marcó para toda la vida.

jueves, 3 de julio de 2014

Juro

Hoy he llorado todo el día por VOS, por MÍ, por NOSOTROS. Y, después de evitar hacerlo durante todo el día, te volví a llamar, te llamé por aún tengo cosas por decir, porque aún siento cosas, porque me dolés, me dolés siempre. ¿Ves? Esa era la razón por la que no quería que nos viéramos, era una mujer fuerte, hasta que te vi, hasta que volviste a aparecer en mi campo visual, ¡qué mal me hacés! ¡VOS sos mi punto débil! Juro que no te voy a llamar otra vez, juro que no voy a aparecer en tu vida una vez más, porque, como los otros dos días que te llamé, no me contestaste y creo que eso es suficiente.

martes, 1 de julio de 2014

The End

Hoy, 1° de julio de 2014, te vi otra vez. Habían pasado casi dos meses desde la última vez que nos vimos (2 de mayo) y los dos estábamos diferentes. Me llamaste para entregarme algo que tenías de mí, pensé que sólo sería para eso, peo me equivoqué, querías hablar y eso me alegró aunque también me hizo dudar mucho, porque sé que soy débil que se me iba a escapar un "te extraño" en algún momento. Y así fue, no sólo una vez, como dos y hasta tres. Y VOS, VOS sólo mirabas para otro lado y evadías el tema, no sé la razón, se me vienen muchas a la cabeza y no quiero pensar en ninguna. No entendí lo que pasó, llegaste, me entregaste lo que debías entregar, reclinaste la silla y me preguntabas constantemente sobre mi vida. No te dejé entrar a la casa no porque no quisiera, sino porque no quería perder la dignidad si nos acostábamos a "hablar" en la cama. Después de hablar un ratico, me preguntaste si estaba bien ir a otra parte, al kiosco. Cuando llegamos dijiste algo que me pareció romántico y cruel, dijiste "vamos a terminar en el mismo lugar en el que empezaron las cosas", fue en ese instante en el que me di cuenta de que las cosas deberían ser así, yo no soy de cerrar ciclos y esas cosas que la gente hace, pero creo que los dos estábamos buscando darle a la relación el fin que se merecía, pues, aunque hubiese sido una mierda, era lo que habíamos construido y a lo que le habíamos apostado por casi dos años; yo asentí, me reí, pero fue en ese momento en el que entendí que las cosas ya no iban más, que podía pasar lo que pasara, pero las cosas ya debían terminar, por las razones que fueran, ese era el fin que le estábamos dando y el que los dos habíamos buscado. Después de eso, hablamos un rato, al parecer fue mucho rato, nos contamos cosas y, en repetidos momentos te dije lo mucho que te extrañaba esperando una respuesta de tu parte, algo que alimentara la esperanza, que me hiciera pensar que hoy iba a ser el inicio o la reanudación de algo inconcluso, pero fue más bien una serie de momentos incómodos y ridículos (de mi parte), en los que te decía que te extrañaba "muchas veces" mientras que vos decías que me extrañabas "a veces" e intentabas decirme que la cantidad de veces que estás en mi mente son iguales al número de veces que estoy en la tuya, pero los dos sabíamos que no era así. Al final, para recuperar un poco la dignidad que había perdido cada vez que decía "te extraño", te dije "te voy a extrañar hasta que ya no te extrañe más, eso pasa, ¿cierto?", me miraste, hiciste un sonido como si fuera una risa que juzga y me dijiste "sí", te pregunté si te había pasado con tus demás exnovias, me miraste con cara de "¿de qué putas habla?", pregunté "¿todavía las extrañás y pensás en ellas como antes o llegó un momento en el que ya no las extrañabas ni pensabas en ellas?", me dijiste, que sí, que ese momento iba a llegar, después me preguntaste si volveríamos a hablar o no, te pregunté si VOS querías y respondiste "sería chévere", ahí lo confirmé todo, ya no sentís nada, ya no hay amor, tal vez lo que buscás es que no te olvide, que tu recuerdo siga ahí; respondí que sólo deberíamos llamarnos o hablar cuando fuera necesario, te reíste. Nos paramos, caminamos hasta el carro, antes de llegar me diste un beso en la mejilla, traté de esquivarlo y te abracé, me dijiste que no llorara, te fuiste y supe que no nos íbamos a ver o a hablar nunca más. Llegó el fin, ya nada nos une y eso duele, pero está bien y es lo mejor.

viernes, 27 de junio de 2014

Dolés

Dolés ahí, en el narcisismo, donde pocas personas han dolido pero ninguna lo ha hecho como vos. Dolés en la respiración, dolés en cada paso que doy, dolés en todas y cada una de las cosas que hago a diario. No es un dolor del rico, porque, aunque me gusta el dolor, este no lo elegí yo sola, este lo elegimos los dos y vos elegiste mucho más que yo. Ya no te quiero, creo, pero cómo te extraño. No quiero que sigás doliendo, pero busco ese dolor, aunque también llega solo cuando no te pienso. Dolés y eso es lo que más me duele.

domingo, 22 de junio de 2014

No te amo más... Bueno, eso creo

Después de mucho tiempo, de muchos viajes (tuyos y míos), de muchas lloradas (que podían durar días o noches enteras), de llamadas y hasta de mensajes, creo que puedo decirlo (teniendo miedo de equivocarme), ¡NO TE AMO MÁS! Te extraño, eso sí, o bueno, no te extraño a VOS sino todo eso que solíamos hacer, eso que construimos en algún momento y a lo que llamábamos "relación". No sé si escribirlo y publicarlo le quite validez a ese logro que creo haber alcanzado y, por el contrario, sea una medida desesperada de hacerme creer algo que no es cierto y negar la realidad, pero sea lo que sea, y signifique lo que signifique todo esto, siento que puedo darle "check" a nuestra relación y la superación de esta. No digo que no volveré a llorar pensando en lo que fuimos, ni que puedo verte y no sentir nada, ni que jamás sienta ganas de llamarte para que hablemos sobre el mundial, sobre cualquier película que vea o sobre el hecho de que encontré covers de Queen y de los Beatles tocados por orquestas filarmónicas; ni que escuche "love of my life" o "save me" y no seás lo primero que pasa por mi cabeza o que llore pensando en que esas canciones hacían parte de nosotros; ni que pensaré en tus pecas y en los pedacitos de universo en tus brazos en momentos inesperado; creo que lo que esto significa es que sé que no vamos a volver, que tengo que aceptar que estás (o estarás) con quien querás estar y que, aunque me duela, eso ya no debe importarme porque ya no seré la protagonista de muchas de tus historias ni VOS de las mías. Termino este "post" con lágrimas en los ojos, no sé si son por VOS o porque estoy escuchando covers de Queen o por las dos cosas; y con un nudo gigantesco en la garganta, porque sé que este es el adiós que te estoy dando de mi parte y sé que jamás lo leerás (y, posiblemente, no te importe porque para VOS hace mucho tiempo llegó ese momento). Te quiero y te odio. Siempre lo he hecho. Siempre lo haré.